sábado, 22 de noviembre de 2008

MITAD Y MITAD..




Yo no he vuelto a dibujar, en realidad sólo hacia bosquejos. Pero
eso ocurrió hace muchos años, antes de que fuera peluquera. Ya
mis manos se dedican a cortar cabellos, tengo que conformarme con
hojear los comic de las revistas que están en la peluquería.

Eso sí, no me dejo sugestionar por expertos, sé que aquel retrato
quedo bien. Era un retrato de lo más genuino. Cuando lo expuse en
el parque Codazzi los curiosos se escandalizaron. Lo bauticé “Mi
prima Carlita y su perrita fifí.” Un reputado dibujante que por pura
casualidad lo vio, dijo que sin duda era excelente obra de una pupila
de Zapata, le agradecí sus comentarios, pero ya se sabe que ellos
siempre están dispuestos a regalar influencias que no son suyas. Lo
cierto del caso es que muy pronto el retrato se olvido, una entrevista
en una revista lo esboza y guardé con amor aquel recorte de
revista que decía: “La creadora del retrato Mi prima Carlita y su
perrita fifí se maneja entre lo absurdo y la realidad. Su línea es muy
estilizada. El carboncillo expresa y resalta todos los rasgos finos y
delicados del retrato (no es una dibujante de objetos). Sin embargo,
se nota que aun no domina la técnica con profesionalismo y sus
trazos son en algunos momentos rústicos. Si depura en el retrato
tiene posibilidades…

Ya ese recorte se añejo en una vieja agenda. Por eso mí
sorpresa fue del tamaño de una catedral, cuando supe que ahora,
¡diez años después!, la casa de la cultura ha decidido por
recomendación de un respetable jurado, concederme el premio El
lápiz de oro, por el aporte al acervo cultural de la ciudad
especialmente el retrato Mi prima Carlita y su perrita fifí, el cual, de
acuerdo con el veredicto, captura la realidad de un momento y lo
dimensiona. (Desde hace ocho años Mi prima Carlita y su

perrita fifí decora las paredes de un bar de la parroquia

los tacariguas).

La impresión me iba liquidando cuando me dieron la noticia.
Después de la gran impresión me dediqué a pensar en el discurso,
lo he meditado mucho, ya no tiene gracia rechazar un premio, ahora
lo más importante es recibirlo.

Llegue en mi carro a la casa de la cultura y sobreponiéndome al
susto, me subí al escenario y dije:


Respetables damas y caballeros. Amigos todos. Admiradores y
cultivadores del dibujo, estoy muy emocionada, Ustedes, sin
quererlo, me han echado la grandísima broma de venirme a recordar
que una vez fui dibujante, o por lo menos intente serlo. Me siento un
poco apenada estimado público, precisamente, por eso de que
vengan a premiarme ahora por lo que ya no soy. Pero no crean,
¡Dios me libre de tamaño desplante! Que quiera aguar mi propia
celebración, al fin y al cabo, más vale tarde que nunca.

Pido disculpas por esta tonta explosión sentimental, uno se
emociona tanto que algunas veces comete estos tropezones…

Pero no soy una mujer malagradecida querido público, no tengo
ninguna excusa para rechazar tan distinguido premio. Como se
sabe, no hay mal que por bien no venga. Por lo tanto, estimados
amigos del dibujo, concédanme en esta oportunidad la gracia de la
mitad y mitad, que me parece en este caso lo más conveniente.

Estimado jurado, ustedes por favor quédense con el lápiz de oro,
y hasta con el diploma, y denme a mí ese chequecito para
consolarme.

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